España necesita como mínimo 20 centrales nucleares. Hemos apostado, como don Quijote, por embestir molinos de viento que nos están haciendo pagar las facturas más caras de la historia. Nadie le dijo a los millones de españoles que abrazaron la energía «verde y limpia» que serían ellos los que pagarían la factura y bien caro. Y es que es muy hermoso ser don Quijote; pero muy duro enfrentarse a los molinos de viento. Y en eso nos hemos quedado, en molinos y paneles solares, desindustrializados, con sueldos miserables y condenados a ser un país de servicios, de camareros y limpiadores. Oficios mal pagados, temporales, y muy precarios. Nuestra industria desaparecida a golpe de de subvenciones de la Unión Europea, y alemanes y franceses repartiéndose los despojos. Sólo nos quieren para consumir sus productos, para empaquetarnos su industria.
Ahora, cuando paseo y viajo por el suelo de España miro tristemente cómo esos molinos de viento destrozan nuestros paisajes a los que ya cada vez menos reconocemos. El impacto visual es atroz y, personalmente, se me cae el alma al suelo sólo de verlos. Al principio, era la novedad, ¡mira qué curiosos! Ahora los repudio y me causan desazón.
España no quiso la energía nuclear, quiso ser como don Quijote, todo idealismo. Renunció a ser, de esta forma, una potencia civil y militar. ¿Dónde vas a ir a negociar con molinos de viento? ¿Qué fuerza tienes a la hora de sentarte ante naciones que son potencias nucleares? Pues eso, ninguna fuerza, simplemente, se ríen de nosotros como un país de segunda división y en puestos de descenso a tercera.
La energía nuclear no sólo bajaría la factura de la luz, sino que permitiría a España convertirse en una potencia civil y militar, a volver a influir en el mundo, a que nuestros trabajadores pudieran tener buenos salarios, a volver a tener industria y dejar de ser sólo un país de turismo. A España le hacen falta como mínimo 20 centrales nucleares para poder afrontar el futuro con fortaleza. España necesita volver a encontrarse a sí misma, a volver a ser reconocida, a tener influencia en el mundo. Han engañado una vez más a los españoles diciéndoles que había que ser muy verdes y que la energía nuclear era muy mala, cuando la energía nuclear es el futuro y España camina en dirección contraria.
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